Las imágenes que Chile ha debido enfrentar hoy en la conmemoración de un nuevo "Día del Joven Combatiente" nos deben llamar a reflexionar sobre que sociedad estamos construyendo a futuro. Actitudes cobardes, vergonzosas, subversivas e incluso terroristas que durante estas horas ha enfrentado la ciudadanía son hechos objetivos que deben tener el más claro repudio de la gran mayoría que ha abogado por el respeto a la democracia, la libertad y la tolerancia.

Resulta impactante hacer un resumen de lo que ha pasado hoy: una ciudad sitiada, sujeta a las directrices de quienes se dicen democráticos y que ocupan la legítima movilización para destruir propiedad pública y privada; vastas poblaciones periféricas tomadas por grupos de "compatriotas", que disparan a mansalva a la autoridad policial, incluso utilizando armamento sofisticado, inflingiendo de manera seria la integridad física de Carabineros y de la ciudadanía en su conjunto , autoridades públicas violentadas de una manera insólita (lo de la jueza Gloria Ana Chevesich hoy fue algo inédito y vergonzoso) y de una juventud estudiantil que no obedece a canalizar de manera racional sus demandas. Por otra parte, autoridades que justifican lo injustificable (es cosa de escuchar al Rector Zolezzi de la USACH).

No resulta coherente, para el bienestar social de la ciudadanía en su conjunto ,que bajo cualquier escenario de movilización, Santiago se convierta en una trinchera, donde la violación y la destrucción a la propiedad pública y privada queden en la más completa impunidad , lo que lamentablemente socava uno de los principales bastiones de cualquier sistema democrático: el respeto al Estado de Derecho.

Hay conclusiones claras: Estamos hoy frente a un cuerpo policial claramente sobrepasado, que al parecer carga aún con el karma de la dictadura, y a su capacidad de actuar conforme a derecho y no presentar resistencia, como cualquier ciudadano esperase, frente a grupos cada vez más radicalizados y violentos. Por otra parte, nos estamos acostumbrando a que estos vergonzosos hechos queden en la más vil impunidad; Es hora ya que se sancionen estos actos, dado que las pérdidas materiales para la ciudad son millonarias. Finalmente, nos enfrentamos a una autoridad política que no ha podido contener el espiral de violencia y cuyos costos los paga la ciudadanía en su conjunto.

¿Que podemos esperar a futuro? El PDC como partido ha defendido siempre la unión de la base fundamental de toda sociedad: la familia.¿ Donde queda claro este rol de importancia cuando la gran mayoría de los padres de estos jóvenes que se ven partícipes de estos actos no ejercen sus roles como tales? . Hay un problema serio de responsabilidad y en la entrega de valores y principios en el proceso formativo de una parte de la juventud, que a la larga se convierte en una señal nefasta para el futuro del país, cuando estas personas en 10, 15 años más son los llamados a liderar Chile y sus organizaciones.

¿Esperaremos una mayor radicalización de estos procesos sociales para finalmente actuar?. Las respuestas están abiertas. Lo que puedo esperar como joven es que de una vez por todas, imágenes como las de ayer lleven a la reflexión y a la más dura condena ,de las autoridades y la sociedad en su conjunto. Esto debe tener asociado necesariamente las correspondientes responsabilidades y sanciones individuales en virtud de lo obrado por cada uno y esto en coherencia con las señales que debe interpretar la sociedad como modelos de comportamiento a seguir.

Porque creemos en la democracia, en los canales establecidos de discusión y diálogo, y de soluciones en base al acuerdo y no a la violencia. No más, basta ya. No más impunidad.